Todos sabemos lo difícil que es desprenderse de un hábito o de una relación dañina. El primer paso es identificar ese mal y comprender por qué nos hace daño. El segundo es intentar abandonarlo, y el tercero muchas otras veces es: Volver a intentarlo… y así sucesivamente hasta conseguirlo... hasta liberarnos... y hasta conseguir que las guardianas de nuestros vicios los entierren en nuestras catacumbas más profundas.